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Foto del escritorMario Garrido Espinosa

Reinventando el género negro. Tyler Cross


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La serie Tyler Cross, con guion de Fabien Nury y dibujo de Brüno, está formada (al menos, de momento) por tres magníficos volúmenes: “Río bravo”, “Angola” y “Miami”. Las tres aventuras se desarrollan en los años cuarenta y su protagonista, Tyler Cross, es un delincuente al que, resumiendo mucho, busca la Mafia para cargárselo. En su huida asistiremos a una primera aventura en un pueblo de la frontera con México (aquí el género negro se mezcla con el western). En la segunda aventura nos introducimos en la dureza de la vida dentro de la penitenciaría Angola, donde es condenado a 20 años de trabajos forzados (imposible no acordarse aquí de Paul Newman y su “La leyenda del indomable”). Por supuesto, como en la película o, mejor dicho, como en cualquier historia carcelaria, Tyler intentará escapar. Y en el tercer tomo, nuestro héroe se ve implicado en una trama relacionada con la especulación inmobiliaria en Miami, mientras es perseguido por un buen número de asesinos a sueldo.

No sabemos si con estas tres historias se darán por concluidas las andanzas comicqueras de este personaje tan icónico, mezcla de otros muchos que hemos leídas en novelas o visto en películas del llamado género negro. El buen aficionado de este género localizará estas referencias enseguida. De hecho, lejos de ocultarlo, en la parte final del primer y tercer tomo hay un extra donde Nury realiza un exhaustivo inventario de todas las fuentes (por lo menos las que el editor le deja reseñar) de las que ha bebido para crear este cómic. La lista es apabullante: Sydney Lumet, Raoult Walsh, Don Siegel, Walter Hill, San Peckinpah, Richard Brooks, Stanley Kubrick, Brian de Palma, Clint Eastwood y un largo etcétera. Lo mejor de los mejor, sin duda.

Lo que más sorprende de este tríptico es que las historias resultan atrayentes a pesar de que no deberían asombrar a casi nadie, de que a todos nos suenan en alguna medida. De hecho, creo que el lector poco informado puede ser capaz de descubrir sin querer esas ya citadas referencias a películas, novelas o incluso otros cómics, ya que son muy evidentes y no se ocultan. Entonces, ¿dónde radica el interés de este cómic? Pues en que a pesar de lo que acabo de decir, el conjunto, por increíble que parezca, resulta bastante novedoso y, así, se disfruta de la lectura de cada libro como si fuera algo realmente original. De hecho, las tres historias se leen casi del tirón, a pesar de ser cómics de no menos de 90 páginas cada uno. Y, ¿cómo se consigue tener atrapado al lector con una historia ya contada? Pues innovando en el formato. Así, la puesta en escena del cómic, el planteamiento de las páginas y la forma de contarlo es muy distinta de la acostumbrada. Es casi como leer una película, y esto, ciertamente, resulta muy “novedoso”. Las planchas están distribuidas casi siempre en 5 viñetas alargadas como la pantalla de un cine, casi como si estuviéramos viendo una vieja cinta filmada en aquel alargadísimo cinemascope de los años cincuenta y sesenta. A conseguir este efecto ayuda también el acertado tratamiento del color por parte de Laurence Croix. Como digo, los encuadres están muy estudiados, como si fueran pensados para una pantalla de cine. Además, el particular estilo del dibujo de Brüno, limpio y esquemático (pero no por ello menos minucioso), que no invita a pararse demasiado en cada viñeta, hace al lector pasar de escena rápidamente, casi con la velocidad con que se suceden los fotogramas de un filme. Bueno, no tan rápido, pero el que ha leído este cómic sabe lo que quiero decir.

A pesar de los logros descritos, no ha debido ser fácil vender al editor de turno un proyecto como este, donde la trama parece mil veces ya contada: el protagonista es un tipo duro y con pocos escrúpulos que, por supuesto, viste con traje chaqueta, sobrero y corbata; y fuma. ¿Les suena? El entorno en el que se mueve está lleno de criminales, familias de gánsters, asesinos, mujeres hermosas y fatales (que recuerdan a actrices clásicas del género), corrupción y una violencia que se muestra sin tapujos, brutal, a veces excesiva, cual si fuera una película de Tarantino. Nada nuevo, en principio, pero todo estudiado al milímetro para que se disfrute con la impresión de que estás leyendo un cómic de género negro que no se parece a ningún otro, gracias a su estilo directo e impactante. Como ya he referido, cinematográfico.

Por último, hay que resaltar el tratamiento de los personajes femeninos en cada libro, quizás un poco olvidados en los grandes títulos de la serie negra. Aquí, sin salirse demasiado de los estereotipos del género, muestran sus encantos y sus miserias como si su historia fuera una paralela a la principal. Me estoy refiriendo a la trágica madre de uno de los presos negros de la cárcel de Angola en el segundo tomo y a la exuberante rubia de “Río Bravo” que quieren casar (para que, básicamente, procree un heredero al cacique del lugar) en el pueblo fronterizo donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Pero sobre todo me refiero al personaje de Xhirley Axelrod, una mujer bella pero que afea su aspecto tras unas gafas de pasta y recogiéndose el pelo y que ejerce de secretaria de un mafioso menor de Miami. Se verá involucrada en toda la trama criminal que sustenta el álbum, sufriendo en sus carnes los miedos y consecuencias de tratar con este tipo de delincuentes; pero gracias a su valentía y decisión (y a Tyler Cross, que tampoco es tan mal tipo) pasará de ser una pobre desgraciada que vive con un novio camello y chapero, entre otras cosas, a tomar las riendas de su futuro, de su vida dentro de la organización de la que ya, al fin y al cabo, no va a poder salir; al menos con vida. En parte, le quita el protagonismo al primer espada de estas tres historias y con su presencia tan marcada, quizás, se intenta dar un nuevo giro dentro de este género.

Para terminar, aquí os dejo una de las pocas reflexiones que nos hace nuestro duro protagonista. Por cierto, lo piensa en un momento de duermevela que se permite en su agitada vida, aunque sabe que eso le hace más vulnerable… pero, en fin, es humano y necesita dormir. Dice así: «La banda sonora de tus sueños: Una motosierra y un hacha. Partes del cuerpo flotando. Tiburones bailando bajo el muelle. Y el mar rojizo. Lo olvidarás. Has olvidado muchos otros.»

Y es que hasta los tipos duros y sin escrúpulos que pueblan el imaginario de la literatura de seria negra se permiten, a veces, alguna licencia poética.


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