El Reino de los Malditos | Amazon en español | leer libros gratis | libros baratos amazon | realismo mágico | libros fantasía | Siglo de Oro | Novelas históricas
De pequeño, en edad escolar, ya empecé a escribir cosas… Pero de forma no obligada y ya como afición, como divertimento, debió ser entorno a los 18 ó 20 años. En concreto escribí una novela corta, “el alumno profesor”, que fue más un ejercicio de entrenamiento que algo que mereciera la pena leerse. Pero me sirvió para aprender, para coger cintura, hábito de escritura.
Después ocurrió una cosa que considero que es el detonante que propició que tomara como hobby el escribir. En la biblioteca de mi barrio de Madrid encontré un libro que te desvelaba las técnicas que habían seguido algunos escritores de best sellers para escribir sus obras más emblemáticas: “El Padrino” de Mario Puzo, “Los pilares de la Tierra” de Ken Follet y “Parque Jurásico” de Michael Crichton, entre otros. Aquel libro me abrió los ojos y lo estudie de cabo a rabo… Fue entonces cuando se me ocurrió toda la trama de mi novela “El Reino de los Malditos”. Planifiqué toda la historia siguiendo en la medida de lo posible lo aprendido en el libro de los best seller que os he referido. Hice mil cambios en la estructura hasta que me sentí satisfecho; y no me puse límites, aunque no sabía si sería capaz de escribir según qué cosas, como la canción del “Árbol Princesa”, que es un largo cuento infantil de temática oriental que de vez en cuando va desgranándose a lo largo del libro y que sirve de contrapunto a la violencia de la historia principal; pero que está escrito en verso siguiendo en parte las matemáticas reglas de la poesía del siglo de oro: misma estrofa, misma rima, mismo estribillo… sólo me permití una licencia con la métrica.
Así empieza:
En un reino oriental,
un obscuro día fatal,
bien claro se escuchaba
en un palacio suntuoso
con pasillos sinuosos
que una princesa lloraba.
Su tez de color rosa
ya no era tan hermosa.
Sus lágrimas escapaban
entre alfombras de colores
y tras perfumes y vapores
una princesa lloraba.
El palacio entristeció,
todo era gris, sin color.
El rey se preocupaba:
—¡La heredera mimada
de qué está apenada!
Y la princesa lloraba.
Trajeron mil objetos de oro,
pero no cesó su lloro.
La Reina se preocupaba:
—¡Qué era lo que ocurría
que tan triste parecía!
Y la princesa lloraba.
El Rey, para no ir a peores,
trajo los dos médicos mejores.
Fueron recibidos cuando llegaban
Nopal de Polandía
y Sipol de Palandía.
Y la princesa lloraba.
Los médicos aplicaron
su ciencia, que demostraron,
pero solución no hallaban.
Fracasos consiguieron
y fracasados se fueron.
Y la princesa lloraba.
Bellos y gentiles vinieron
mil príncipes solteros.
Más decían que la amaban
y arrodillados la aclamaban,
pero ella los rechazaba.
Y la princesa lloraba.
Mil bufones con el Reino fueron a dar,
los más graciosos de cualquier lugar.
Con sus chanzas la atención llamaban.
Ver reír a la princesa querían
pero ella ni siquiera sonreía.
Y la princesa lloraba.
Mil encumbrados magos
llegaron al oír el estrago
y aunque estos miraban
en sus libros de pociones
no hallaron soluciones.
Y la princesa lloraba.
El buen Rey, desesperado,
buscó algún santo aliado.
Mandó a que lo encontrara
de sus soldados el mejor,
el cuál presto marchó.
Y la princesa lloraba.
El soldado mil sendas caminó,
en lo alto de mil colinas oteó.
Por un santo preguntaba
y en ningún lugar lo halló
hasta que al lago Nop llegó.
Y la princesa lloraba.
Allí encontró a un maestro:
El Buda, Gotama el Diestro.
El soldado le relataba
la historia ya cantada
y Gotama serio le escuchaba.
Y la princesa lloraba.
Hacia el Reino partieron
tan pronto como pudieron.
Cuando al palacio llegaban
encontraron al Rey como ido,
por el dolor envejecido.
Y la princesa lloraba.
El soldado a su Rey saludó
pero el Rey sólo a Gotama vio.
Pensó que la solución llegaba
y pronto rejuveneció.
A todo el palacio avisó.
Y la princesa lloraba.
Gotama con la princesa se enclaustró,
encerrado en una cerrada habitación.
Cuando el quinto día el Sol alumbraba
salió el hombre santo de allí
y al Rey y la Reina habló así:
Y la princesa lloraba.
—No os preocupéis
pues pronto sabréis
la razón de tanta lágrima derramada:
la bondad de vuestra hija es grande
y en algo bello habrá de transformarse.
Y la princesa lloraba.
Gotama marchó.
El Rey enfureció.
Con palabras extrañas hablaba
el santo, que nada aclaraban.
Acaso se burlaba.
Y la princesa lloraba.
¿Queréis saber por qué “la princesa lloraba”? Bien, todavía quedan cientos de versos donde la magia y la fantasía se desatan como corresponde a un cuento de este tipo. ¿Queréis seguir leyendo? Pues podéis adquirir el libro, si os apetece, en formato papel o ebook pinchando en estos enlaces… Seguro que os gusta :-)
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