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Mario Garrido Espinosa.

Novelas Contemporáneas: El trabajo de hace un siglo


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¿Cómo eran las condiciones laborales de hace un siglo? ¿Hemos ido a mejor o a peor? ¿Era más sencillo prosperar, laboralmente hablando, en el 1900 y pico o ahora? Supongo, amigo lector, que tienes la respuesta a estas preguntas, o la intuyes, pero quizás no tengas ninguna prueba para confirmar esta opinión; o sí.

Mi abuelo escribió en una libreta su memorias (parece que esto de escribir es cosa de familia). En este "impresionante documento" figura, entre otras cosas, mucha información sobre dónde trabajo, las condiciones y sueldos que percibió.

En mi libro "Las Sinergias de Marcio", el abuelo del protagonista se apropia de todos estos datos que rememoró mi abuelo en su libreta. Veamos este pasaje de la novela para saber, con datos reales, cuánto ha cambiado las condiciones de trabajo en los últimos 100 años. Hagan las comparaciones pertinentes con su propia historia y, si les apetece, comenten al final de esta entrada…

El abuelo de Marcio fue fotógrafo. En el año 1923, con 18 años de edad y tras pasar cuatro trabajando primero de aprendiz y luego de ayudante en una tienda de fotografía, entró a formar parte de la plantilla de la casa Kodak en Barcelona en calidad de oficial de laboratorio. Empezó cobrando 30 pesetas a la semana. La jornada laboral era de 8 horas diarias de trabajo y el sábado medio día. Cobraban una paga extraordinaria en el mes de julio que se llamaba dividendo y que era un tanto por ciento de todo lo ganado durante el año. Las vacaciones eran de 15 días que se disfrutaban durante todo el año con arreglo a la antigüedad de cada uno, así que los más antiguos tenían preferencia a la hora de elegir fechas. Atención al siguiente dato, curioso lector: Todos los años había aumento de jornal. Todos. Además, a los dos años de estar en la casa, tenían derecho a una acción de 5 dólares (Kodak es una empresa estadounidense), que se iba pagando con un tanto por ciento del sueldo anual de cada uno. Cada 3 meses pagaban el dividendo que devengaba esta acción. A los 4 años de tener esta acción, podían optar a otra que se pagaba del mismo modo. En caso de enfermedad contaban con un médico particular que la casa Kodak tenía contratado. Este, asistía en casa o en su clínica según los casos. Todas las medicinas las pagaba la casa. El primer año la subida salarial del abuelo de Marcio fue de 5 pesetas semanales, esto es, un 16,6 por ciento de incremento. Nueve años después de entrar a trabajar en la Kodak, el abuelo se casó. En ese momento cobraba 75 pesetas semanales. Dos veces y medio el sueldo con el que empezó.

Nuestro consultor tenía muy bien memorizados todos estos datos sobre las condiciones laborales que disfrutó su abuelo. Siempre que salía el tema de la situación actual en el trabajo y la forma en que se progresaba en nuestros días, Marcio refería toda esta información a sus contertulios. Eran datos demoledores que daban la medida exacta de cómo se había ido a peor en este importantísimo apartado referido a la calidad de vida de una sociedad. Se había mejorado en el apartado horas de jornada semanal y vacaciones, al menos, sobre el papel; pero la regresión en el apartado sueldo era ofensiva, enfermiza, inadmisible.

Pues ocurrió que casi cien años después, de dos guerras mundiales y una civil, de cuarenta años de dictadura y varias legislaturas en democracia, el nieto del fotógrafo que trabajaba en la Kodak recibió una llamada telefónica.

—Hola, eres Marcio.

—Sí, soy yo.

—¿Qué tal? Soy Pablo Ferlaino. Te llamo por una sustitución en un proyecto para <banco de los más importantes del país>. Tú estás ahora desasignado, ¿verdad?

—Sí.

—Perfecto. Necesitamos hacer una sustitución de una persona que se ha marchado de la empresa. Me han dicho que tú sabes de <nombre de servidor de aplicaciones #1> y <nombre de servidor de aplicaciones #2>. La persona que se nos ha ido era bastante versátil… A parte de esto, controlaba de bastantes más cosas. —«La historia de siempre», pensó Marcio, un tío preparado y efectivo que se ha hartado de que le chuleen y la empresa, por supuesto, lo ha dejado escapar sin hacer el menor intento por retenerle—. Pero, en fin, no estamos encontrando a nadie con el mismo perfil. —Pues los hay a patadas, seguía reflexionando nuestro consultor, pero lo único que hay que hacer es pagarles un sueldo acorde a su valía, a su experiencia—. Así que, de momento, nos basta con que se controle de los dos servidores de aplicaciones que te he dicho. No sé qué grado de conocimiento tienes de estas dos cosas.

Si quieres saber cómo sigue este pasaje de las aventuras de Marcio, el consultor informático, lo puedes encontrar en la quinta historia de “Las Sinergias de Marcio”: “IMPASSE”. Y recuerda que puedes leer el libro gratis con amazon kindle unlimited :)

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