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Mario Garrido Espinosa.

LAS VACACIONES DE ANTAÑO (11)

Actualizado: 2 jul 2020


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—Hay resaca —era una frase muy habitual cuando volvían los buceadores—. Y algo de brea —era la otra, cuando en algún pie o pierna se habían impregnado con algo del petróleo que soltaban los barcos y que llegaba hasta la costa. Las pocas veces que esto ocurría, ya en el camping, usábamos gasolina para desprendernos de la mancha negra y pegajosa, que salía a duras penas, dejando el olor del combustible esparcido por todo el campamento.

Si habían encontrado caracolas, se procedía a llenar uno de mis cubos de hacer castillos con algo de agua de mar, lo más limpia posible, para cocerlas y tomarlas de aperitivo ese mismo día. Todo muy fresco y natural, recién pescado. Mientras llegaba su final, yo solía observar las pompas que emergían de alguna de las caracolas, esperanzado con que saliera el bicho de dentro, cosa que nunca ocurría. Mucho menos cuando cogía una y metía el dedo por la abertura de la concha intentando quitar la especie de dureza que les sirve a estos animales para cerrar herméticamente su “casa”.

—¡Mario, deja de jugar con las caracolas! —me increpaban, como si aquello fuera una travesura más. Nada más lejos. Era investigación de la buena. Pruebas de resistencia de estos animales ante situaciones extremas. Ciencia y descubrimientos.

En cuanto a los pulpos, para ablandarlos, recibirían todo tipo de golpes y encontronazos contra el fregadero de piedra del camping, cosa que divertía mucho a mis primos y hermano. Pero hasta que llegaba ese momento de venganza por los mordiscos pretéritos de sus semejantes, los pobres animales no sabían nada y seguían felices haciendo el “pulpo” dentro del retel, en compañía de otros congéneres si la jornada había sido propicia. Esta calma se interrumpía en cuanto llegaba el joven Mario con sus ‘investigaciones”. En este caso, me acuclillaba y, armado con un palito o piqueta de la tienda de campaña, intentaba pincharles por las rendijas de la red, a ser posible en los ojos o buscando el pico. De nuevo, “ciencia y descubrimientos”, y es que los niños son grandes observadores de las reacciones de los animales ante situaciones inesperadas; o simplemente tienen ideas de lo más malvadas. Alguna de las dos; o las dos.

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