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Tras leer la estupenda “Jamás tendré 20 años” de Jaime Martín, me dispuse a ver qué otras obras había realizado este conocido autor en los últimos años. Así me encontré con “Las Guerras Silenciosas”. Aunque la temática del cómic podría no ser muy interesante a priori, ya que parece, nada más (y nada menos), una adaptación a las viñetas de los recuerdos de la mili de su padre, no es así para nada. Con todo, incluso el mismo autor, que es uno más de los protagonistas del libro (como también sus abuelos, y su madre, y sus hermanos, y su pareja…), reconoce tener sus dudas sobre la oportunidad de crear un cómic sobre esta temática. Pero quizás ahí radique en parte el acierto de este libro: en el planteamiento. No es únicamente una sucesión de penurias o aventuras de una mili (como tantas otras) en la legendaria “provincia de ultramar española” de Ifni, en la costa occidental de Marruecos. Es algo más completo y complejo, como veremos a continuación.
Como digo, a priori, hojeando el libro sin profundizar, podría parecer un panfleto (otro) o inventario de anécdotas sobre los horrores del servicio militar obligatorio, lo cual, no tiene que ser necesariamente algo de poco interés; pero sí es verdad que estas “batallitas de la mili”, en un primer contacto, pueden causar rechazo a estas alturas. Ya parece algo pasado de moda. Que ya pocos recuerdan. O que no se quiere recordar, dado el sufrimiento que causó a tantos jóvenes. Para evitar este posible rechazo, Jaime Martín nos propone una historia mucho más completa, con un atinado contraste entre la forma de ver y vivir la vida de dos generaciones: la del Baby Boom y la anterior. Pero también nos narra la historia del propio dibujante y su pareja (que ha de aguantarle sus dudas e inseguridades; y que el autor reconoce como su musa y casi como una santa; cosa que seguro que será muy cierta) y las dificultades del proceso creativo de una obra tan densa. Por otro lado nos proporciona un buen repaso a la vida y costumbres en los años cincuenta y sesenta en España (tan distinta a la actual), a la ausencia de libertad que se vivía en aquellos tiempos, pero también el respeto que se observaba hacia los ascendientes y personas mayores a uno mismo (cosa que ahora se ve bastante menos). También habla de los prejuicios y las formas aplicadas por la dictadura franquista, del beatismo impuesto a las mujeres (y más cosas que les eran impuestas y evitaban su desarrollo personal) y del hambre y las penurias de la estancia obligada en África, que agudizaba la picaresca de los reclutas… Por tanto, en las más de 160 páginas del libro, se tratan muchos temas, aparte de las infrahumanas condiciones de una mili impuesta en Marruecos durante un periodo de guerra en estado de alto el fuego (la llamada “Guerra silenciosa” que se mantuvo con el país vecino tras la cruenta Guerra del Rif). Este abanico de asuntos y saltos en el tiempo y el espacio aligeran el relato y le dan mayor interés y profundidad, haciendo partícipe a casi cualquier generación de las que aún vivimos.
No sólo tenemos como protagonista al padre al autor. La madre se cuela en la historia haciéndonos ver que si mala era la mili de su novio, su situación en España mientras le esperaba tampoco era muy buena; aunque no hay comparación, claro. En un momento de duda de Jaime Martín, su madre le aconseja sobre hacer un cómic sobre sus abuelos durante la Guerra Civil, cosa que, fuera premeditado o no, hizo después con el citado álbum “Jamás tendré 20 años”, donde se desarrolla aún más los años de los abuelos con su trabajo limpiando botellas e intentando ganarse la vida honradamente en la posguerra. Me da que pensar que, quizás, estemos ante una trilogía: ¿Nos contará Jaime Martín la vida de sus bisabuelos? Ya veremos…
En definitiva, un cómic muy necesario para que no se olvide que nuestra sociedad convivió muchos años con semejante dislate, sobre todo en estos tiempos que tanto se habla de las teóricas desigualdades entre los hombres y las mujeres. Hasta no hace muchos años existía una gigantesca desigualdad: la mili. Y esto era muy real. Este horror sólo se aplicaba a uno de los dos géneros, el cuál, ya desde la infancia iba barruntando el terrible futuro que le esperaba, como si fuera un sambenito que nos viniera de serie a todos los hombres. Yo, al menos, así lo recuerdo.
Y cómo no acordarnos, hablando de esto, del presidente José María Aznar, al que se le achacan un montón de cosas malas (probablemente ciertas en un porcentaje razonable) pero que aprobó un decreto que puso fin a la mili en 2001. Sólo por dar fin a algo tan medieval e injusto debería tener alguna placa en algún sitio. Y es que ya hace mucho tiempo de ello y los jóvenes actuales no son conscientes del enorme paso evolutivo que supuso este decreto de este señor bajito que es tan denostado en cuanto sale en cualquier conversación; además, tengamos en cuenta que esta “abolición” fue realizada por un gobierno tildado de derechas, franquista y no sé cuántas cosas terribles más… cuando se presupone que estas ideologías son siempre favorables a estas prácticas y otras peores. Es cuanto menos, curioso.
Terminemos con unas cuantas frases del libro que dan mucho qué pensar. Son retazos que documentan la sinrazón de una leva obligatoria y la mentalidad de la época. Aquí las tenéis: «Los hombres tienen muy malas ideas y siempre que puedan os perderán.»; «Dios os dio un alma, vuestros padres un cuerpo y la patria un arma; ¡Conservad limpias los tres!», «», «¿Qué era tan fácil para nosotros reconocer lo que nos habían hecho? Nos habían secuestrado durante 18 meses. Nos robaron el tiempo más valioso: el de la juventud. ¿Para qué le iba a contar las penas a mis padres? ¿O a vuestra madre?»
La mili. Descanse en paz. ¡Para siempre!
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