top of page

El Milú del Barrio

  • Foto del escritor: Mario Garrido Espinosa
    Mario Garrido Espinosa
  • 11 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 26 may

Camiseta con el logotipo I love Milú

Una mujer en ropa de andar por casa paseaba a su perro a unos metros de distancia de mi camino. El can, con bastante semejanza al universal Milú, parecía estar en su más tierna infancia. Iba atado a su correa pero no llevaba bozal. Como buen cachorro, correteaba en lo que podía, a todo hacía fiestas y no veía el peligro por ningún lado. De pronto, la dama desaliñada estalló de preocupación.

—Pero, ¿qué te has comido ahora? A ver, ¿el qué?

El cachorro tosía y carraspeaba (o lo que sea que hacen los perros en estos casos) y se permitía algún brinco en un vano intento de expulsar aquello que su organismo rechazaba.

—¡Que me digas qué te has comido! —insistía la señora, mirando muy fijamente a su mascota.

El trasunto de Milú, lejos de su famoso congénere, ni entendía lo que le decían ni era capaz de razonar con la elocuencia y sabiduría del personaje del cómic. Tampoco parecía saber responder en lengua cervantina.

—¡Te he dicho mil veces que no comas guarrerías del suelo! —amonestaba la ama, seria y enfadada, con el rigor que daba su atuendo de chándal viejo y raído, de saldo de última hora de final de temporada.

El perro, por fin, esputó lo que le molestaba y siguió a lo suyo, en busca de nuevos (o iguales) experimentos culinarios.

—¡A ver si aprendes! —zanjó la buena mujer y propinó un cachete en el lomo de la mascota.

De repente, el perro se quedó muy quieto, olisqueó mirando hacia arriba y se puso a ladrar como un poseso. Casi parecía ofendido.

—¡Pero te quieres callar! —aulló la otra, dando tirones a la correa—. ¡Cuántas veces te he dicho que a estas horas no se ladra! ¡Que hay que respetar la siesta de los vecinos!

El Milú madrileño, ya fuera por la hora o por que el viento cambió trayendo otros aromas, tras doce rabiosos ladridos, se calló y continuó a lo suyo. Como si aquello que le hizo ponerse tan enfadado hubiera desaparecido de su memoria por arte de magia. 

—Cómo te portes así de mal, ¡no vuelvo a sacarte a la calle! —amenazó la ama, sin que ni ella ni el chucho terminaran de tomar en serio el ultimátum. El uno por no entenderla; y la otra por razones obvias.

Seguimos nuestros similares periplos a la distancia debida y Milú, de nuevo, empezó a carraspear.

—Pero bueno, ¡otra vez te has comido una guarrería del suelo! —se quejó la dueña.

Adelanté a los dos y seguí mi camino. Aquella historia ya la había visto hacía un rato y la tenía demasiado fresca como para repetirla. Entonces me dio por pensar lo siguiente: El día que tengamos que volver a votar en unas elecciones, ¿el electorado de cualquier signo habrá aprendido de sus errores anteriores o seguirá atragantándose, igual que el Milú de mi barrio? Creo saber la respuesta, me temo. Y, por supuesto, luego, como nuestro protagonista de cuatro patas, mirará hacia arriba y “ladrará” sin saber por qué; o sabiéndolo, que es peor. Y dentro de cuatro años, desmemoriado cual cánido doméstico, esto es, con proceder perruno, volverá a votar lo mismo.


Acabas de leer un fragmento del libro "Notas de Campo". Si quieres saber más sobre este libro, pulsa aquí.


Para saber más del arriba firmante : https://www.amazon.es/Mario-Garrido-Espinosa/e/B01IPCIRI6 Y si te ha sabido a poco #MisNotasdeCampo


Otros enlaces que te pueden interesar:

Más artículos como este --> pincha aquí.

Libros de Mario Garrido --> pincha aquí.

Libros en amazon --> pincha aquí.


Reportajes sobre el autor:

Xataka --> Pincha aquí

El Confidencial --> Pincha aquí

コメント


¡SÍGUEME! 

  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • c-youtube

© 2025 por Mario Garrido Espinosa

bottom of page