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Medidas y Mentiras

  • Foto del escritor: Mario Garrido Espinosa
    Mario Garrido Espinosa
  • 22 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 25 may

Una báscula antigua de marca Avery

Una de los grandes campos de estudio cotidiano del ser humano es el relacionado con los pesos y medidas. Bueno, a veces, más que “estudio” es obsesión. En concreto nos referimos al que atañe a la variación de kilos y gramos (y miligramos) que va experimentando nuestro cuerpo a lo largo del tiempo. Las baratas básculas de baño que suelen andar por casa tienen la exactitud propia de las predicciones meteorológicas para dentro de treinta días; o las predicciones de un adivino televisivo para dentro de cualquier espacio de tiempo. Vamos, que en uno de estos aparatos habremos de buscas cualquier cosa menos exactitud, lo que no quita que alguna vez se acerquen a la verdad. Pero siempre será cosa de la casualidad ya que la medida que registran depende de mil variables: las irregularidades del suelo, dónde pongamos los pies (y lo grandes que sean estos), la cantidad de carga que le quede a la pila que da vida al aparato; también supongo que otras cosas como las fases lunares, la bajamar, la provincia donde nos encontremos, si tenemos perro o no, la raza del mismo, qué sé yo... Aun así, sabedores de todos estos inconvenientes, de vez en cuando (o cada dos por tres) nos desnudamos en la intimidad de nuestros hogares y nos pesamos con la esperanza de que ese diabólico artefacto nos dé una alegría, aunque sea mentira. Somos así. También nos creemos la hora prevista de paso de los autobuses que nos dicen las marquesinas o el peso de las manzanas que nos asegura un tendero en un mercadillo, tal vez usando una arcaica romana que el hombre maneja a la velocidad del rayo. ¿Somos ingenuos? No, simplemente necesitamos referencias a las que agarrarnos para creer que controlamos algo en nuestras vidas, ya sea el peso, el tiempo o la distancia. Con todo, estas "mentiras" son piadosas, inofensivas... hasta simpáticas. Pero hay otras nada amables que también nos creemos sin rechistar. Son las que nuestros políticos nos dicen de vez en cuando para mantenernos tranquilos y confiados. Igual que la báscula de nuestro baño, nos mienten. El peso nos quita un kilo que nos sobra; el político, por ejemplo, nos quita una reforma laboral que nos empobrece. Los dos mienten. Ni ha desaparecido un kilo de grasa de nuestro cuerpo por arte de magia de un día para otro ni el político va a derogar ninguna reforma laboral que machaque al obrero y beneficie al empresario. Las dos son falsedades sin duda, pero como digo, la primera es una trola que tiene su gracia; en cuanto a la segunda, maldita la gracia que tiene.


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