En las tumbas etruscas de la Italia de hace 2800 años, el etrusco de pro gustaba de ser enterrado con todas sus cosas: espadas, escudos, trajes, cerámica, joyas... Excavaban un túmulo bajo tierra y en sus amplios salones policromados guardaban para la eternidad todo lo acumulado en vida, más o menos. Se imaginan si ahora hiciéramos lo mismo. Que derroche de espacio y recursos. Y piensen en los pobres gobiernos. Ya no podrían castigarnos con los impuestos de sucesiones o donaciones, que, cómo sabemos, es una forma nada elegante y poco disimulada de pagar dos veces por algo: una cuando se gana u obtiene y otra cuando lo dejas a tus descendientes. Se borraría de nuestra cultura actual esa "fea costumbre" de intentar legar algo a nuestros hijos. Todo para mí y para siempre (siempre que el profanador de tumbas no intervenga pasado el tiempo). Aunque si hay una disciplina que sabe adaptarse a los tiempos con presteza e ingenio, esa es la recaudación de impuestos. Así que si ya no se dona o hereda, pues se instauraría el impuesto de "enterramiento suntuoso", por inventar un nombre florido, y al finado, el estado le robaría parte de sus cosas. Por ejemplo, siendo etrusco: una espada de cada cinco, dos ánforas y tres túnicas. En nuestro caso el móvil, la tele, la tablet y la cuenta bancaria. Sobre todo lo último. Así que no guarden nada, por si acaso, y acumulen experiencias o vivencias, que son más difíciles de cuantificar y gravar. Al menos, eso nos gustaría pensar. Aunque como pasa con la Fuerza, no debemos nunca subestimar el Poder del Lado Oscuro; esto es, el de Hacienda. Para saber más del arriba firmante : https://www.amazon.es/Mario-Garrido-Espinosa/e/B01IPCIRI6 #MisNotasdeCampo
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