A veces hay que privarse de algo irrenunciable (derechos duramente conseguidos, por ejemplo) por circunstancias especiales. Cuando esas circunstancias se mitigan o cambian, lo lógico es volver al estado inicial "irrenunciable". Si no se enteran de lo que digo, no sé preocupen, que se lo explico con una fábula: Érase un Reino de cuento cuyo gobierno decidió empeorar el muy mejorable estado de bienestar de sus ciudadanos. ¿Cómo? ¡Subiendo la edad de jubilación dos años! ”«Es que ahora —intentaba justificar un ministro del interior lo injustificable— "la esperanza de vida" ha subido un montón.» Y se puso en marcha aquel atropello contra los derechos de los pobres abuelos. Pasaron largos años y los gobiernos cambiaron, pero aquel dislate se mantuvo e, incluso, se asumió de manera perruna. Entonces el Reino se vio asolado por una gran desgracia: una pandemia que diezmó a la población y que, por tanto, bajó drásticamente la "la esperanza de vida" de los ciudadanos. Entonces, el ministro de interior de turno, ecuánime, restauró la edad de jubilación a la original de hacía décadas. Y colorín, colorado... A que es bonito el cuento... De hadas, vamos. Foto: detalle de una viñeta de "Los viejos hornos 5, camino del asilo", de Lupano y Cauuet . Para saber más del arriba firmante : https://www.amazon.es/Mario-Garrido-Espinosa/e/B01IPCIRI6 Y si te ha sabido a poco #MisNotasdeCampo
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